Como los grandes pistoleros del oeste, Alberto Contador desenfundó y volvió a disparar en la ciudad de las luces. A su espalda se levantaba el majestuoso Arco del Triunfo, el juez que dicta ganador de la ronda gala. A los pies del ciclista pinteño… el mundo del ciclismo.
91 horas sobre su inseparable compañera de viaje, más de
Lejos queda aquel día del pavé, el freno estropeado que nadie vio, las escapadas, el amarillo luxemburgués, las caídas de Lance, el llanto de Evans al perder el trofeo más preciado… Atrás queda esa cadena revoltosa que opinó que era el momento de dejar de realizar su función y saltó para convertirse en el centro de las miradas de aquella etapa de montaña. Llegaron las críticas desapiadas de la prensa francesa, demasiado himno español sonando en territorio galo, había que hacer algo.
8 segundos, para algunos es nada, para otros una eternidad. Esa duda la tenía que despejar un gigante, un mítico de más de
Por si no lo sabíais, ese árbitro se llama Tourmalet. La niebla y la llovizna esperaban a los dos grandes favoritos. Las curvas del mítico puerto esperaban el toque de corneta de los favoritos. Andy atacó, tras él salió el saltarín madrileño. El luxemburgués demarró fuerza y pundonor, llegaron parejos los dos a la mítica cima francesa. Ganó el del maillot blanco, no se disputó la etapa. Alberto le dejó ganar. “Visto para sentencia” dictó el magistrado.
Quedaba poco, pero aun faltaba una batalla la del crono. Un enfrentamiento cara a cara con el tic-tac. Cuatro protagonistas: el hombre, la bicicleta, el reloj y la carretera. Una lucha en solitario, tú o la perfección del cronómetro.
Algo no iba bien, el camino de rosas que se esperaba se convertía en un calvario lleno de espinas. Todo iba al revés, la ventaja se hacía pequeña. 2 segundos.
Todo acabó, la meta llegó y el amarillo se quedó en las espaldas de nuestro pistolero. 39 segundos separaban a los dos amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario